Para limpiar las chimeneas se usaban ulagas verdes.
Si estuvieran secas se desharían.

Hay dos posibilidades: que no se tenga la ayuda de otra persona y que sí se tenga.

Para hacerlo solo se ata una piedra de 2 a 3 kilos en el extremo de una cuerda, a continuación se atan las ulagas de tal manera que al pasar por el chupón de la chimenea toquen las paredes y desprendan el hollín. La persona se pone en el tejado va despacio, subiendo y dejando bajar el artefacto, de tal manera que el hollín se va depositando en la hornicha.

Entre dos se hace igual pero sin la piedra, pues van tirando de la cuerda alternativamente el de arriba y el de abajo haciendo todo el recorrido de la chimenea, para que el hollín se vaya desprendiendo de sus paredes.

Si están bien atadas la ulagas, con 2 o 3 veces que se pase ya vale.

Si se trata del cañal o chupón de una gloria, hay que abrir desde la calle un aujero para la recogida del hollín. Después se vuelve a tapiar.