Veterinaria
Hubo un tiempo en el que, en Sandoval de la Reina, había una cantidad significativa de ganado.
En 2022, solo queda un rebaño de ovejas.
Para atender a las necesidades zootécnicas y sanitarias de esa ganadería, estaba la figura del veterinario titular, que residía, en nuestro caso, en Sotresgudo. También había veterinarios que residían en el ámbito rural en la comarca y cercanías: Villadiego, Sasamón, Melgar de Fernamental, Villahizán de Treviño, La Piedra, Basconcillos del Tozo, Quintanas de Valdelucio, Montorio, etc.
También tenían funciones de salud pública en el control de alimentos y de las enfermedades transmisibles al hombre (rabia, hidatidosis, triquinosis, etc.).
Con datos incompletos sabemos que los veterinarios titulares que hubo en Sotresgudo fueron:
• Miguel Valdivielso Roldán - 1923 (al menos).
• Marcelino Miguel Rodríguez - 1924 a 1939 (al menos).
• Jesús Guadilla Pardo - 1952 y 1953 (al menos).
• Francisco Martínez - 1955 y 1956 (al menos).
• Pablo Jesús González de Buitrago - 1958 a 1963 (al menos).
• Luciano Díez Ucio - 1964 y 1965 (al menos).
• Moisés Salazar Ocharán - 1973 a 1978 (al menos).
• Miguel Ángel Santos Martínez - 1978 a 1983.
• (?) - 1984 a 1989.
A finales de los años 1980, el Cuerpo de Veterinarios Titulares destinados a nivel rural desapareció, equiparando a estos profesionales con los demás funcionarios y agrupándolos en oficinas comarcales y provinciales. Perdieron su función asistencial, pasando a, solo, gestionar asuntos oficiales (inspección de alimentos, campañas de saneamiento ganadero, control de movimientos del ganado, etc.). Se perdió la relación tan directa que tenían con la población local, sin horarios y a pie de calle.
En Castilla y León fue en 1989.
En la actualidad, las labores clínicas a petición de parte las realizan veterinarios con ejercicio libre de la profesión. No suelen residir en la comarca, lógicamente, dada la pérdida de efectivos de la cabaña ganadera, que ha quedado en un número casi residual.
El único veterinario conocido nacido en Sandoval de la Reina fue Pompeyo Arnáiz Vicario.
Alrededor de 1956, se hizo la fotografía que el colaborador denominó «Fuerzas vivas». De pie, el tercero por la izquierda, es el veterinario, tal vez Francisco Martínez.
En 1957, un veterinario participó en una cátedra ambulante de la Sección Femenina, dando charlas de agricultura y ganadería.
El veterinario titular era el encargado de higiene, de sanidad pecuaria y era el inspector de carnes. Por ello cobraba de los ayuntamientos, hasta que el Estado se hizo cargo de su remuneración. Así, por ejemplo, en 1931 y 1932, el ayuntamiento de Sandoval le pagó por su anualidad 147,94 pesetas. Entre otras funciones, también tenía la de autorizar a los herreros para herrar el ganado.
En la actualidad, 2022, los veterinarios oficiales se articulan en torno a las zonas básicas de salud (seguridad alimentaria) y las oficinas comarcales (funciones ganaderas), ambas existentes en Villadiego.
Estas pequeñas esculturas que representan a dos veterinarios, son obsequios de casas de medicamentos veterinarios. Uno dice «Veterinario, ¡qué profesión!», durante o tras asistir al difícil parto de un animal mayor (vaca, yegua). La leyenda del otro, que sostiene una gran jeringilla en sus manos, dice «Mi caballo murió, mi alegría se fue (Tango)», aludiendo, sin duda a la dureza emocional que representa el no haber podido curar a un animal.