Sor Eufrasia (nacida Dionisia González Gutiérrez)
Hija de Amancio y Emiliana, sor Eufrasia (1918 - 2009), nacida en Sandoval de la Reina, fue una religiosa de la Congregación de la Inmaculada Concepción de Castres, las llamadas, también, Hermanas Azules o monjas azules.
Reproducimos aquí, más abajo, la traducción del francés al español de la hoja que su congregación publicó con motivo de su fallecimiento, que habla de su recorrido vital. Un documento que emociona.
Texto traducido del francés del documento de la congregación, que se reproduce más abajo.
Nombre religioso: Eufrasia. * Profesión: ceremonia eclesiástica en que alguien profesa en una orden religiosa.
Castres, 8 de septiembre de 2009. El mes pasado, en el momento de la beatificación de Jeanne Emilie de Villeneuve, nuestra fundadora, nosotras cantábamos: «Feliz tú.
Estas estrofas expresan, al parecer, - por un lado, lo que ha sido la vida de sor Eufrasia: servir, amar, sonreír,… Dionisia González nació el 19 de abril de 1928 en Sandoval de la Reina, cerca de Burgos, en España, en una familia en la que los valores cristianos habían estado y siguen estando en primera línea. [Sus padres fueron Íñigo González Arroyo y Felicidad Gutiérrez González] Esta formación inicial, irremplazable, la condujo, en octubre de 1945, al noviciado de Lloret de Mar, en el que haría su preparación a la vida religiosa. Muy joven, profesa, viene a Francia el 27 de agosto de 1949 para integrar la nueva comunidad de Saint Vital, en la que aportará lo mejor de sí misma hasta su cierre, en 1972: veintitrés años de una dedicación sin límites. A partir de febrero de 1973, la vemos en la Casa Madre de la Congregación, encargada de la cocina y del economato. Quién podría calcular estos treinta años, y más, de entrega, de delicadezas personificadas, siempre acompañadas de una cálida sonrisa, a pesar de adolecer de una salud delicada. Solo el Señor puede hacerlo y se lo compensará. Sor Eufrasia nos confió este testimonio durante una asamblea provincial:
En un libro sobre el sufrimiento que ella, Eufrasia, había conservado, hemos encontrando esta página conmovedora y sencilla, escrita por su propia mano, ¿tal vez para preparar un testimonio?
Nuestra hermana continúa en esta misma página a propósito de otro libro: «El poder de la oración», de Jean Lafrance:
Estas frases, transcritas, sin duda profundamente meditadas, nutrían su vida interior. Esa vida que relucía alrededor de ella, Sor Eufrasia deseaba intensamente vivir la vida comunitaria hasta el final. Es exactamente lo que hizo. Conservó, sin duda para meditar sobre él, un documento enviado por la Provincia de Europa [de la Congregación]: «Reunidas en Comunidad», 2º trimestre de 2007; ese replanteamiento de nuestras relaciones fraternas, apoyada sobre las palabras de Emilie, alimentaban su rezo y su reflexión. Y dominaban su vida. En fin, tenía pegado en su celda el icono de la amistad de TAIZÉ, que representa a Jesús con la mano posada sobre el hombro del discípulo…
En el reverso [del cartel del icono], puede leerse esta explicación, que da el Hermano Roger de Taizé:
Estoy segura de que esta espiritualidad sencilla al mismo tiempo que encarnada, que revela una Fe profunda, habitó en ella durante su vida laboriosa y durante su inacción forzada. Poco a poco, sus fuerzas disminuyen, su movilidad se reduce y llega a Saint Joseph en julio de 2006, donde será controlada de cerca por sus enfermeras y por todo el personal sanitario. Fiel, hasta el heroísmo en los menores detalles de la vida religiosa y comunitaria, a pesar de una artrosis progresiva que la llevó hasta el agotamiento, nosotras nunca oímos una queja o una exigencia. Cualquiera que llegara merecía una sonrisa bondadosa. Este martes, 11 de agosto, Eufrasia estaba con nosotras en el comedor, pero, después de comer, hubo que ayudarla a llegar a su celda. Unos instantes después entró en agonía y, a pesar de todos los cuidados, nos dejó el día siguiente por la mañana. Sobresalto, apenadas, podemos pese a ello repetir: «Feliz tú eres… Esto es lo que Françoise nos dice este día, desde Roma:
Encuentrad aquí toda mi fraternidad, mi pena unida a la suya, pero también, como decía últimamente el sacerdote celebraba la misa para nosotras, acordémonos de todas alegrías que hemos conocido con ella en esta tierra, esas alegrías de las que ahora ella saborea la recompensa, esas alegrías que eran el fruto de su entrega plena, total. ¡Que ella interceda por cada una de nosotras, que nos dé el mismo sentido de la ofrenda total, sea lo que sea que nos llegue a pasar! Sor Eufrasia, tú eres feliz, sí. Nuestra Bienaventurada Jeanne Emilie ha debido acogerte, reconociendo en ti a la auténtica monja azul y, junto con María Inmaculada, te ha presentado al Señor.
Traducción de R.A.M., sandovaldelareina.com |