Javier Ortega González, justo antes de empezar la misa, se dirigió a su familia.
Esta fue su exposición:
Buenos días y bienvenidos al pueblo.
Me voy a ir, más o menos, al 17 de este mes del año 1817 (c.). Voy a hablar de un señor que se llamaba Raimundo y de una señora que se llamaba Gregoria. No sé si habéis oído hablar de ella. El tal Raimundo, ahora ya vais empezar a conocer, se apellidaba Fontaneda, y la Gregoria, Muñoz.
Ya os empieza a sonar algo.
Bueno, pues esa pareja eran nuestros bisabuelos. Cuando hablo de nuestros bisabuelos hablo de la generación, aquí, de los jovencitos (dirigiéndose al Padre Abel, que está a su lado y que sonríe con humor por la edad que ambos ya tienen). Los hay más jóvenes al fondo.
Tuvieron una serie de hijos.
Una se llamaba Modesta, que fue Hija de la Caridad y estuvo más de la mitad de su vida en Puerto Rico. Allí murió y allí está enterrada. Si queréis ver la partida de defunción de ella basta con que os metáis en la página web de Sandoval. Allí está puesto dónde estuvo, en todos los conventos que estuvo, todo.
Otra se llamaba Eufronia, lo he escrito porque si no..., el nombre se las trae.
Yo me acuerdo, cuando venía a Sandoval con mi padre, que la saludaba. Luego yo la conocí, a Eufronia.
Al que no conocí es a Fructuoso, otro hermano que también era hijo de Raimundo y de Gregoria.
De Otilio sí me acuerdo. Iba mucho a Guadilla. Llevaba el burro y lo dejaba allí en casa de mi madre.
La última es Demetria. Os suena Demetria (se oye asentimiento).
Como veis, Raimundo y Demetria se quedaron a gusto [poniendo] esos nombres.
Pero bueno, es así la historia.
Demetria se casó con otro mozo de este pueblo que se llamaba Teófilo. Y este es González y aquí es donde aparece ya la familia González Fontaneda. Es el denominador común de los que estamos aquí asistiendo a esta misa.
De este matrimonio nacieron Eutropio, Estéfana, Emiliana, Teodora, María, Juliana, Sofía y Águeda.
Si contamos las generaciones, ¡bendita cosa!: los bisabuelos la primera generación, los abuelos la segunda, la de nuestros padres y madres la tercera, nosotros somos la cuarta, nuestros hijos la quinta, nuestros nietos la sexta y, como también hay bisnietos en la familia, la séptima. Siete generaciones y doscientos años.
¿Qué pretendíamos con la reunión de hoy? Pues, primero, conocernos un poquito, charlar como hemos estado haciendo afuera de la iglesia, tomar luego un vinillo, que también vale, enfin, conocernos un poco y dialogar que es lo más bonito que tenenos. En segundo lugar, recordarles hoy en la misa, ya lo hará Abel, recordar a todos estos antecesores nuestros. Y, por último, la acción de gracias; diréis y ¿por qué?, porque estos señores nos dieron la vida y la vida es lo más grande que tenemos en este mundo. Pues, entonces, vivamos esta vida a tope, que seamos felices nosotros mismos y que hagamos felices a los demás.
Un abrazo a todos y a pasarlo bien.
En la homilía, el padre Abel también habló de la familia. |