La historia de la caseta del río
El verano de 1995 David Domingo, David Pérez, Ricardo, Samuel y Enrique, hicieron una caseta de adobe junto al campo de fútbol.
Nos queda de recuerdo esta foto en la que aparece Enrique con el Togue.
La historia.
Fue Samuel el que comenzó. Puso una piedra enorme en pie que al final quedó
en la parte de atrás.
Continuó Ricardo y luego se unieron los David ese mismo día. Por fin se unió
Enrique al llegar de veraneo.
Se empezó de ladrillo, como se puede ver en la foto. Unieron los ladrillos con barro.
Después, al quedarse sin ladrillos pasaron al adobe.
Había adobes allí mismo, en un vertedero de cascotes, alrededor del campo de
fútbol.
Menos de la mitad de los adobes los consiguieron aquí. Cuando se quedaron sin ellos, y ante la falta de material de construcción adecuado, Ricardo propuso ir a San Juan, donde, en una tierra agrícola, habían tirado los adobes para aprovechar el material. Procedían de una antigua casa del Barrio los Ricos. Con un par de carricoches de niño atados a dos bicicletas iban a cogerlos y los llevaban, desde San Juan, por la carretera, de 6 en 6 como mucho. Viendo la dificultad y la lentitud de este sistema convencieron a Rafael y un día, con un tractor y un remolque, trajeron una cantidad considerable.
El agua lo cogían del río con calderos y lo echaban en un bidón de los usados para contener aceite para los tractores. Al principio solo tenían los calderos, pero el agua se acababa muy deprisa y la obra iba lenta por que se cansaban de ir y venir al río a cada momento. Con el bidón lleno tras varios viajes seguidos, la obra fue más fluida.
Pusieron unos aclaraaguas del río en el bidón porque el agua estaba muy turbia. Dio resultado, pero por qué se posaba. Cada día tenían que rellenar el bidón, se iba por abajo.
Las vigas se las cogieron prestadas a la Rufina. Las tenía en la parte trasera del molino. Bueno, no fue tanto hurto, eran tres maderos pequeños. Las pasaron por el río para que no les vieran, por encima de un árbol caído de lado a lado. Alguno casi se la pega.
Después de poner las vigas se planteó como hacer el tejado. Al principio pensaron poner sacos de fertilizante mineral. No lo consideraron consistente y pusieron tableros de ocumen, también material de derribo, procedente de San Juan y cubierto con plásticos.
Las bisagras de la puerta estaban hechas con suelas de zapatos, copiado de una anterior caseta que habían tenido los más mayores río arriba. Creen que habría sido idea de Álvaro. Esto se hacía también a veces en las casas para salir del paso o para casas viejas.
Pusieron un somier viejo y espuma de poliuretano como colchón. Una vez todo
acabado, hicieron una chimenea que tiraba algo regular. La chimenea, que costó
encontrar, era un tubo de bajada de canalón.
Cortina también tenía la ventana, con un madero y cuerdas para controlarla.
Un garaje para las bicis se dejó para el año siguiente.
Encontraron que uno del pueblo iba algunas veces allí con la moto a dormir la siesta. Esto les parecía bien al ver que servía para algo, aunque algunas veces no podían por ello usarla.
Una anécdota que recuerdan de aquellos días los chavales es cuando les dijo una vecina como hagáis aquí un frontón os cuelgo de los cojoncillos en la torre, al oírles hablar de que muchos pueblos tenían frontón y no Sandoval de la Reina.
Así quedó la caseta en agosto.
Mucha gente del pueblo iba a verla y hacían todo tipo de comentarios:
¡Qué maravilla!
¿Cómo la habéis hecho?
¿No se os caerá encima?
¡Chiquitos, no os metáis ahí que se os va a caer encima!
Al volver a Sandoval un fin de semana en septiembre, se encontraron los
chavales que alguien la había derruido.
Hicieron investigaciones. Habían rodadas de un coche que analizaron y
compararon. Preguntaron, hicieron suposiciones. Nada.
A día de hoy, en octubre de 2006, sigue siendo un misterio quién fue el autor del derribo.
En 2017 otros chiguitos hicieron otra caseta en otra zona del río.