Secundino Bañuelos
Bañuelos, como era conocido por la gente, era un hombre que iba de pueblo en pueblo pidiendo dónde dormir y algo que comer. A menudo dormía en pajares y cuadras. Eran los años 1970 y 1980. Era de carácter afable.
Nació en Mataporquera. Era hijo e Desiderio Bañuelos. Tenía casa en Basconcillos del Tozo.
Una de sus paradas era, con cierta frecuencia, Sandoval de la Reina. En estas ocasiones Clemente Renedo era uno de los que le alojaban más a menudo. No sabemos cuál era el ámbito geográfico completo en que se movía.
Tenía un don y era que sabía arreglar relojes, todo tipo de relojes de aquellos de aquella época. Cuando llegaba a Sandoval muchas personas le daban sus relojes para que los reparara. Dicen que al armarlos de nuevo siempre le sobraban algunas piezas.
Todo el mundo le conocía como Bañuelos, algunos pensando que era su nombre propio.
Él mismo se definía de esta manera cuando estaba algo cargado por el vinillo:
Soy Secundino Bañuelos, hijo de Desidero. Soy la persona más loca que existe en el mundo entero.
Por lo charlatán que era, le llamaba "Chamulla".
Por Sandoval no, pero por Guadilla y pueblos de alrededor solía ser acompañado por Antonio, natural de Rezmondo, con quien pasaba sus ratos en los pueblos. Antonio casi llegó a ser cura, a cantar misa, pero lo dejó. Este Antonio, el día de la Cruz, venía a Guadilla y cantaba en la misa, por ejemplo, el Réquiem. Cuando andaban por los pueblos dormían en pajares y cuando hacía frío la gente les dejaba entrar al calorcillo de las cuadras.
Bañuelos era alto, delgado, llevaba bigote y solía ir mal afeitado y con pelajos cayendo hasta el nivel del cuello.
Sabemos que sus últimos años los pasó en la comodidad de un centro para mayores de Burgos.