La boina y el murciélago
Cuando éramos niños cazábamos murciélagos, por el placer de cazarlos, para ver cómo eran y para hacerles alguna que otra perrería.
Los cazábamos con una boina. Cuando había murciélagos volando, de noche, tirabas la boina al aire y alguno se metía debajo. Al caer al suelo la boina, debajo estaba el murciélago.
A veces se les ponía un cigarro en la boca y solo sabían aspirar el humo mientras lo tenían. Al quitarles el cigarro, lo echaban.
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