Memoria escenificada de Sandoval de la Reina     (Continuación)      (Comedias)

Por D. Andrés Hernández Macías


 

 

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A C T O   S E G U N D O
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---- Cuadro Segundo ----

La misma decoración que en el cuadro anterior.-

 

Escena 1ª

Alcalde, Secretario y Concejales

Alcalde.- Les he reunido a Vds. porque hace unas horas de recibido una misiva de nuestro querido Sr. Cura, diciéndonos que viene, después de haber conseguido incluir tercias en el contrato y que para lo sucesivo volverá a valer el privilegio.-

Secretario.- ¿Lo ha conseguido?.-

Concejal .- ¡Bendito sea Dios!.-

Concejal .- Ya le habrá costado conseguirlo.-

Concejal .- Desde luego, no cabe duda que el que estudia sabe.-

Concejal .- ¿Cómo se lo habrá arreglado?; porque a nosotros nos parecía imposible.

Alcalde.- Parte de su labor ya la conocemos. En primer lugar, había que librar al pueblo del peligro de embargo. Por ello, lo primero que hizo fue estudiar con detenimiento el contrato, y vio que, efectivamente, no mencionaba las tercias, según decía la orden del Recaudador, señor Sánchez de Valencia.-

Concejal .- ¡Y que suponía un pico!.-

Secretario.- ¡Hombre que si suponía! Lo podemos ver matemáticamente. Según las declaraciones que tengo por aquí, a base de las cuales tengo hechas las cuentas
(lo busca y saca un papel donde constan las declaraciones.) Verán: las existencias en este pueblo durante el último año son: a) En granos: trigo, 510.000 kg; cebada, 150.000 kg; avena, 180.000; centeno, 90.000; otros cereales, 240.000. b) En animales: vacuno, 258; caballar, 60; lanar, 927; cerdos, 69; gallinas, 186; conejos, 96. La tercera parte de éstos se abastecía son trigo, 170.000; cebada, 50.000; avena, 60.000; centeno, 30.000; otros cereales, 80.000;[1] vacunos, 86; caballar, 20; lanar, 309; cerdos, 27; gallinas, 62; conejos, 32.-

Concejal .- ¿Pero nos reclamaba lo de veinte años? ¿No?.-

Secretario.- Así es. Lo cual quiere decir que estas cantidades las tenemos que multiplicar por veinte y nos da la cantidad que teníamos que pagar: trigo, 2.400.000; cebada, 1.000.000; avena, 1.200.000; centeno, 600.000; otros cereales, 1.600.000. En ganados: vacuno, 1.720 cabezas; caballar, 400; lanar 6.180; cerdos, 540; gallinas, 1.240; conejos, 640. Todo ello, reducido a dinero, nos da un total de 47.337.200 pesetas. Añadiendo a las cuales las 45.000 que adeudamos al Estado por anulación del contrato del Sr. Melgosa, más el 8% de intereses, nos da los 51.172.776, que nos reclamaban.-

Concejal .- Desde luego los números no mienten.-

Concejal .- Así que era imposible que pagásemos y nos suponía la ruina.-

Alcalde.- Pero también vio que, según lo escrito, entre lo comprado por Sandoval y enajenado por la Real Hacienda, se incluía el servicio ordinario y extraordinario, no sólo de Sandoval, sino de Sandoval y su cuadrilla y, por lo tanto, Sandoval tenía derecho a lo que por este concepto cobraba a la cuadrilla, es decir a los lugares de Villavedón, Congosto, Rioparaíso y Palazuelos.-

Concejal .- Y, claro, lo uno por otro.-

Alcalde.- Sí, pero antes quiso cerciorarse y ver si otras personas entendidas en la materia estaban de acuerdo con su forma de pensar. Para ello, consultó con los señores abogados de Burgos y Madrid, don Carlos y don Sebastián.-

Concejal .- ¿Le contestarían favorablemente?.-

Alcalde.- En parte sí; pero no por completo.-

Concejal .- ¿Cómo es posible eso?.-

Alcalde.- Es que, señores, la cosa tenía más intríngulis de lo que parece.-

Concejal .- ¡Ah, vamos! Entonces va a ser cierto ese runrún que he oído.-

Alcalde.- ¿Qué runrún es ése?[2]

Concejal .- No sé; algo así como que estamos haciendo el primo.

Alcalde.- ¡Cómo haciendo el primo! Explícate.-

Concejal .- Es que no sé. Algo así como que pagásemos algo que es nuestro. Yo no sé si se trata de las tercias, o si es que pagamos los servicios extraordinarios y ordinarios, y que tenemos derecho a cobrarlos y no lo hacemos y ,por tanto, hacemos el primo.-

Alcalde.- Sí; algo hay, y tienes un punto de razón.-

Concejal .-¿Pero es posible que estuviéramos haciendo el tonto?.-

Concejal .- Si cuando yo decía... .-

Concejal .- Explíquese por favor, Sr. Alcalde.-

Alcalde.- Gustoso lo haré, pues ahora ya puedo decirlo. Antes, aunque ya me lo había comunicado D. Ángel y siguiendo su consejo, no he querido decirles nada, por miedo a que hubiese un levantamiento en el pueblo.-

Concejal .- ¡Ah, vamos! La cosa tenía más importancia de lo que parecía.-

Concejal .- Pues lo siento no lo haya hecho; pues, con toda la mala sangre que he quemado estos años, me hubiera venido muy bien haber podido soltar cuatro tortas.-

Alcalde.- Y que más de uno te hubiéramos acompañado con gusto.-

Concejal .- Bueno, bueno; veamos qué es ello.-

Alcalde.- Sí; veámoslo y vayamos por partes. Todos sabemos que, desde los tiempos de nuestro glorioso antepasado, D. Gómez de Sandoval, conde de Candespina, para acá, todos los señores de Sandoval han sido agraciados con diferentes favores y privilegios. La última vez que fue confirmado el privilegio a los señores de Sandoval, fue en tiempo de los Reyes Católicos, Fernando e Isabel. Por él se concedía al señor de Sandoval el verse libre de que su señoría pagase los impuestos correspondientes a alcabalas, servicio ordinario y extraordinario y tercias.-

Secretario.- Bueno, pero, entonces, si el pueblo de Sandoval tenía ese privilegio, ¿por qué compró el derecho de exención, si ya estaba exento?.-

Alcalde.- Pues ahí está el quid. Por eso precisamente es verdad que el pueblo de Sandoval hizo el primo.-

Concejal .- Luego el señor Recaudador no tenía derecho ninguno a reclamaciones.-

Concejal .- Es un usurero, un ladrón.-

Concejal .- Como me lo eche un día a la cara, se va a acordar de mí. Con las ganas que le tengo.-

Alcalde.- Calma, señores, que el Sr. Recaudador también tenía razón.-

Concejal .- Pues yo no me lo explico; o soy tonto de remate, o no me lo explico... .-

Alcalde.- Sí, hombre, sí; deja que terminemos y verás las cosas con claridad.-

Concejal .- Bueno, bueno, veamos.-

Alcalde.- Ya hemos dicho que la última vez que fue concedido el privilegio, [lo] fue por los Reyes Católicos. Pues bien, el pueblo de Sandoval, como el Estado no le reclamaba cantidad alguna, vivió completamente tranquilo, diríamos mejor, dormido, hasta que pasados algo más de 200 años hay un señor en Burgos, D. Andrés Melgosa, a quien el Estado tenía que pagar anualmente una cantidad algo respetable de dinero, y, como fácilmente no la recibiría, llega a un acuerdo con el Estado por medio del cual él cobraría, con derecho de fiscalización, los derechos que Sandoval había de pagar en concepto de tributo por alcabalas, derechos ordinarios y extraordinarios y tercias. El Estado con ello se ahorraba ese dinero.-

Secretario.- Sí; pero nosotros teníamos un derecho anterior, que nos eximía de ello.-

Alcalde.- Pero ya hemos dicho que habían pasado 200 años, y como al pueblo no se le pedía nada, éste se durmió y en lugar de refrendar ese privilegio en los reinados de los reyes Felipe IV y Carlos II, resulta que no lo hicieron, por lo cual ese privilegio dejó de ser legal, para convertirse en papel muerto.-

Secretario.- ¿Y como no lo hicieron entonces al día?.-

Alcalde.- Eso mismo me he preguntado yo, y es de creer que, entonces como ahora, no encontraran el original del privilegio. Ya hemos visto lo que nos ha costado ahora, y que fue pura casualidad el encontrarlo.-

Secretario.- Claro, y en las prisas y como mal menor, queriéndose adelantar el Sr. Melgosa, optaron por comprar lo que era suyo.-

Alcalde.- Eso es.-

Concejal .- ¿Y cómo no buscaron después ese privilegio?.-

Alcalde.- No sé. Por otra parte, hemos visto que la cosa no era tan fácil. En las cosas comunales, si no podemos pagar con dinero, nos damos por conformes, protestamos un poco y, poco a poco, con el tiempo, lo tomamos como una cosa lógica y natural y lo damos por bien hecho, sin preocuparnos más.-

Concejal .- Pero, estando las cosas así, ¿qué es lo que pedía ese usurero y chupatintas del Recaudador?.-

Secretario.- Ahí cometieron otro disparate mayúsculo, al firmar sin mala fe hace veinte años un contrato, en el que no se hacía constar la palabra tercias.-

Concejal 1º.- Claro, y de eso se aprovechó ese tío para querernos llevar a la ruina. ¡Como lo coja!...... .-

Alcalde.- Y estas cosas mal hechas dieron origen a la disparidad de criterios entre los dos abogados. Pues, mientras el de Burgos en todo de acuerdo con D. Ángel,[3] vio que la intención de Sandoval era concertar también tercias y la intención de la Real Hacienda no había sido enajenar los derechos del servicio ordinario y extraordinario de la cuadrilla, había que pensar conforme a la sentencia de no sé qué Doctor, creo que Santo Tomás, que el contrato no lo hace la materialidad de la letra, sino la intención de los contratantes y, por tanto, Sandoval estaba en posesión de las tercias, y la Real Hacienda en posesión de los derechos del servicio ordinario y extraordinario de la cuadrill.  Pero el otro Abogado, el de Madrid, decía que, conforme con que Sandoval no pagase tercias atrasadas y la Real Hacienda no diese a Sandoval lo ya cobrado por servicio ordinario y extraordinario de la cuadrilla, pero que en adelante así se había de hacer: Sandoval, dar a la Real Hacienda la tercera parte de los frutos recogidos y animales recriados, y la Real Hacienda dar a Sandoval el importe de los derechos del servicio ordinario y extraordinario de los lugares de Villavedón, Congosto, Rioparaíso y Palazuelos.-

Concejal .- ¡Menudo lío!.-

Alcalde.- Afortunadamente para nosotros, el Estado ha dado toda la razón a Don Ángel.-

Concejal .- Y después ¿qué hizo?.-

Alcalde.- Después... no sólo moverse mucho, sino hasta vencer escrúpulos de conciencia.-

Concejal .- ¿Por qué escrúpulos de conciencia?.-

Alcalde.- Es que Don Ángel, hombre recto e intachable, pensaba así: 1º. ¿Es lícito solicitar del rey el privilegio, cuando a él no se tiene derecho por no estar refrendado por los reyes  Felipe IV y Carlos II, o se puede pedir ocultando este detalle, única manera de conseguirlo? 2º. Los privilegios se daban a los señores y no a los lugares. En conciencia, ¿se puede pedir este privilegio para el pueblo? Hay que advertir que a Villaveta ya se lo habían concedido al pueblo.-

Concejal .- ¿Y qué hizo?.-

Alcalde.- Preguntó esto mismo al Inquisidor General.-

Concejal .- ¿Y qué contestó?.-

Alcalde.- A la primera pregunta le contestaron que si les concedían el privilegio, lo tomasen; y a la segunda, que no había de hacerse caso de sentencias injustas e hiciese lo posible para conseguir el privilegio para Sandoval.-

Concejal .- ¿Entonces ya lo solicitaría sin ningún remordimiento?.-

Alcalde.- Pues con certeza no sé lo que hizo; sólo sé que marchó a Madrid y que hoy he recibido un mensaje suyo, en el que me dice que llegará a estas horas y que ha conseguido nuevamente el privilegio para Sandoval.
(Fuera comienza a oírse un murmullo, que cada vez se va haciendo más fuerte; algunos gritos y "viva"; todo cada vez más fuerte y más inteligible.) Parece ser que ya viene.-


         Continúa...  


[1] V omite: < vacuno, 258; caballar, 60; lanar, 927; cerdos, 69; gallinas, 186; conejos, 96. La tercera parte de éstos se abastecía son trigo, 170.000; cebada, 50.000; avena, 60.000; centeno, 30.000; otros cereales, 80.000;>.

[2]  En V falta: Concejal 2º.- No sé; algo así como que estamos haciendo el primo.
Alcalde.- ¡Cómo haciendo el primo! Explícate.

[3] V: < en un todo con D. Ángel>. T también <un todo>.

 

         

Autor: Andrés Hernández Macías - 1957