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A C T O T E R C E R O
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---- Cuadro Segundo ----
La escena representa el campo de Sandoval y lugar denominado "Las
Cárcavas". Hay una niebla espesísima que impide ver a poca distancia
e impide orientarse a las personas.-
Escena 1ª
General francés, su Ayudante
y un Sargento
General.- ¡Por Belcebú! Que no hay quien pueda dar un paso por esta
dichosa niebla.-
Ayudante.- Y que, hasta que no hemos llegado hasta el límite
de este maldito término, no había ni pizca de ella.-
Sargento.- Y que durante toda la noche no hemos visto en el
firmamento una sola nube; amaneció hace largo rato y el azul del
cielo sin la menor mancha; hasta que poco antes de llegar a este
lugar, de repente, casi sin darnos cuenta, sin apenas verla venir,
nos vemos envueltos completamente por esta maldita niebla por la
cual no hay ser humano que pueda dar un paso.-
General.- Y lo que no me explico es que, según los partes que
me traen los correos de la retaguardia del Ejército, que está en
Villanueva y en Guadilla, goza de los favores de un espléndido sol.
¡Por las barbas de Goliat! Que hasta los elementos parece que
favorecen a esos condenados y cerriles pueblerinos. Mirad, Sargento,
a ver quién anda por ahí
(Se oyen pasos.).-
Sargento.- Voy.
(Sale corriend.o) ¿Quién va?.-
Cabo.- A la orden, mi Sargento.-
Sargento.- ¿Pero otra vez?
(Entra.)
Es el cabo Mercier, que se conoce que no hace más que dar vueltas
alrededor de estas cárcavas.-
General.- Vueltas y más vueltas, andar y más andar, para
siempre encontrase en el mismo lugar. ¡Maldito pueblo! y dónde
demonios se encontrarán...... Diezmarlos... diezmarlos va a ser
poco. Ésta me la pagan; no dejaré persona viva; destruiré todo el
pueblo sin que quede piedra sobre piedra.-
Escena 2ª
Dichos
y Manuel
Manuel.-
(Desde dentro y a lo lejos llamando.) ¡Eeeeeeeh! ¡Los francesesssssss!
General.- Callad; parece que llaman.-
Manuel.- ¡¡¡¡¡Eeeeeeeeh!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡Francesesssssss!!!!!!!
.-
General.- Contestad, sargento y preguntad quién es.-
Sargento.- ¡¡¡¡¡Eeeeeeeeh!!!!! ¡¡¡¡¡¡Quién sois!!!!!! .-
Manuel.-
(Gritando.) Un español.-
General.- Preguntad qué quiere.-
Sargento.- ¿Qué queréis?.-
Manuel.- Ver al General.-
General.- Preguntad que cuántos vienen.-
Sargento.- ¿Cuántos venís?.-
Manuel.- Yo solo.-
General.- ¡Que se acerque!.-
Sargento.- ¡Acercaos!.-
Manuel.- ¡Voy!.-
Sargento.- ¡Mercier!.-
Cabo.-
(Entra) A la orden, mi Sargento.-
Sargento.- Sal con tu patrulla a buscar a ese español; no sea
que nos engañe y, aprovechando esta maldita niebla, nos preparen una
emboscada.-
General.- ¡Muy bien, Sargento!; le felicito por su
previsión.-
Ayudante.- Que querrá ahora este español.-
General.- ¡A saber! Puede ser que venga enviado por ese
maldito pueblo; o acaso se haya perdido con esta niebla tan cerrada
y haya solicitado nuestra ayuda antes de que cayese en nuestras
manos y le consideráramos prisionero.-
Ayudante.- No sé, porque estos españoles son muy especiales.-
Cabo.- A la orden, mi General; el español está aquí.-
General.-
A ver; que venga.
(Se presenta Manuel.) (Se oye venir un caballo a todo correr, sale
el Cabo.).
Hombre, si mal no recuerdo, tú eres uno de los enviados que
estuvisteis en Sasamón.-
Cabo.-
(Dentro.) ¡Alto! ¿Quién va?.-
Correo.- Correo francés para el General.-
Manuel.- Efectivamente; yo soy uno de los enviados del pueblo
de Sandoval que estuvieron en Sasamón.-
General.- ¡Muy bien, muy bien!.-
Escena 3ª
Dichos y Correo
Correos.-
(Entra.) A la orden, mi General
(Entrega un papel al
General. Mientras éste no lee, dice:) Maldita niebla, no hay quien pueda orientarse por ella y lo más
raro, lo que nunca visto, es que ésta se alza como un enorme
paredón, desde un kilómetro atrás, aproximadamente; más allá hace un
día estupendo, con un sol formidable.-
General.- Está bien; vuelve a tu puesto y de acuerdo con las
circunstancias obraré.-
Correo.- A la orden, mi General
(Vase.)
General.- Adiós
(Pequeña pausa.) (A Manuel.) Bueno, vamos a ver, ¿De dónde vienes?.-
Manuel.- De mi pueblo.-
General.- ¿Y qué: han aceptado mi propuesta?.-
Manuel.- Creo que no.-
General.- ¿Cómo dices que crees, si vienes de allí?.-
Manuel.- Sí; eso digo y así es. Y digo que creo que no porque
lo último que sé es que rechazaban de plano su propuesta. Mas tal
vez ahora... .-
General.- ¿Y prefieren ser diezmados?.-
Manuel.- Prefieren..,. prefieren morir como españoles.-
General.- Pues les vamos a dar por el gusto. Y ahora tú mismo
nos vas a guiar.-
Manuel.- ¡Imposible!.-
General.- ¿Imposible? ¿Acaso no conoces el camino?.-
Manuel.- Sin esta niebla sabría llevarle a mi pueblo; con
ella, aunque quisiera no podría.-
General.-
¿Y cómo has podido llegar hasta aquí?.-
Manuel.- Dando vueltas y más vueltas, pasando una y mil veces
por el mismo sitio; guiándome por el ruido que produce vuestro
ejército y voceando muchas veces hasta que he conseguido que
oyeseis.-
General.- Reconociendo el terreno palmo a palmo, ¿no
podríamos llegar a ese pueblo?.-
Manuel.- Ya os he dicho que con esta niebla es imposible.-
General.- ¡Maldita niebla!.-
Manuel.- No maldigáis de la niebla y ved en ella la mano de
Dios, que no os quiere dejar llegar a mi pueblo.-
General.- ¿Qué dices, insensato, oscurantista? ¿Acaso crees
que nunca hemos visto niebla como ésta?.-
Manuel.- Como ésta, estoy seguro que nunca.-
General.- Cómo se conoce que nunca ha salido de este terreno.
Si hubieras recorrido como yo, en continuas campañas los países
escandinavos y Dinamarca, entonces hubieras visto muchas nieblas
como ésta.-
Manuel.- Como ésta no.-
General.- ¿Cómo que no? ¿Y qué tiene de particular?.-
Manuel.- ¿Acaso no tenéis oídos para oír? ¿No habéis oído a
vuestro correo que es la cosa más rara que ha visto? ¿Que se levanta
como un muro un kilómetro más atrás, es decir, dentro del término de
Sandoval; y más allá hay una claridad absoluta? ¿Creéis que yo, que
conozco el terreno como la palma de la mano, me hubiera perdido y
hubiese andado errante, cuando deseaba veros?.-
General.- ¿Y para qué queríais vernos con tanta prisa?.-
Manuel.- Para confesaros la verdad. Para deciros que el
verdadero culpable de todo esto soy yo. Yo fui quien preparó las
emboscadas en que cayeron vuestros hombres. Yo soy el principal
culpable de que el pueblo de Sandoval os espere con las armas en la
mano, dispuestos a morir en defensa de sus intereses, antes de
entregaros lo que ninguna ley les podía exigir, porque estaban
libres de ello. Y como veo esta injusticia y comprendo que ellos de
ninguna manera podrán derrotar a vuestro potente ejército, es por lo
que vengo a ofreceros mi vida a cambio de que se les reconozcan sus
derechos.-
General.-
¿Tan poco estimas tu vida, que vienes a entregarla por otros?.-
Manuel.- Amo la vida como la cosa de más valor que tengo. Más
nosotros los españoles, cuando se trata de defender nuestra fe y
nuestra patria, nos hacemos novios de la muerte; y, al igual que el
novio entrega a su amada lo que más quiere, así nosotros entregamos
en defensa de nuestras leyes, nuestra fe y nuestra patria, lo que
más amamos: nuestra propia vida.-
Correo.-
(Dentro.) ¡Paso al correo del rey!.-
Ayudante.- ¿Qué pasará, para que venga hasta aquí el correo
del rey?.-
Sargento.- Algo grave tiene que ocurrir, porque parece que
viene con prisa.-
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