Las “historias” de las que hablaba mi madre eran de
moza, pues mi madre se casó con 24 años y se fue a vivir a
Villamartín de Villadiego. A los 33 se vino a Eskoriatza, Gipuzkoa, a vivir; donde nacimos 3 de sus 8 hijos.
Una fui yo (la séptima).
Entonces ella hablaba de cómo iban a lavar la ropa al
río, de cómo entraban en la
bodega para recoger el vino, de dónde vivían sus tías, …, cositas
así.
Yo también aluciné de recuperar los recuerdos que tenía cuando les acompañaba a mis primas por ahí…. Y así se lo contaba a mi hija, y
además de disfrutar del buen día que nos salió (era agosto) disfrutamos de los paisajes del pueblo (que son dignos de ver) y del aire tan sano que respirábamos.
Mi tía nos contaba las casas que se vendían, donde se había ido a vivir
la gente, la evolución de las bodegas, que si se estaba esperando algún
permiso para restaurar
la ermita de arriba…
Luego yo tenía la ilusión de ver el
cementerio y de ver donde estaban mis abuelos enterrados. Allí también hablaron (mi madre y mi tía) de cómo
vivían mis abuelos (labradores), también de las personas que allí estaban enterradas… Recuerdo que en una lápida de pared estaba una familia
entera enterrada, y nos contaron cómo las fatalidades de la vida habían hecho
que en poco espacio de tiempo, los padres y tres de los hijos se murieran.
También visitamos la
iglesia, a la que no pudimos entrar porque mi tía no pudo conseguir la llave. En realidad, mi marido y mi hija, han visto la
iglesia por las fotos de la página de internet y más o menos ya la conocían,
aunque nos hubiera
gustado verla por dentro. Espero que este año también tengamos
oportunidad de dar otro buen paseo y ver la iglesia de verdad.
En fin, te mando las fotos más interesantes que tenemos de aquel paseo
(la mayoría son detalles del pueblo, que tienen significado para mí).
Entonces no se me ocurrió mandar las fotos. Si no, hubiera sacado algunas más a propósito.
Yo desde luego quisiera deciros que tenéis un pueblo en el cual merece
la pena pararse a dar un buen paseo… todo el
camino de la alegría
es precioso, el río, el puente, la subida a la iglesia, las casas,…
Y en el momento vital que le está tocando vivir a mi madre, una de las
pocas cosas que le saca la alegría sincera es hablar de la vida que pasó con
sus padres y herman@s en su pueblo.
Arantxa Miguel
Eskoriatza - Gipuzkoa
Marzo de 2014 |