Inicio
barra


facebook
La gente de Sandoval de la ReinaLo último incorporado
Escríbenos y mándamos información, saludos o imágenes. Gracias.
   

Alrededores de Sandoval de la Reina

 Sotovellanos              naturaleza viva                                                                    

A 15 km de Sandoval de la Reina, pertenece al municipio de Sotresgudo.

 

Sotovellanos: lugar y municipio de España, provincia de Burgos, del Partido Judicial de Villadiego. En 1957 tenía 135 habitantes.

Fuente: Diccionario Enciclopédico  Abreviado - 7ª edición - Espasa Calpe S.A. - 1957

Hoy tiene 38 habitantes censados.

El municipio de Sotovellanos se extingue y su territorio se incorpora a Sotresgudo el 16/07/1973.

Julio Alonso Asenjo apunta la posible etimología de su nombre:  ‘soto de ¿avellanos’, ‘de abejas o avellas, o de apicultores.'?

Junto a Sotovellanos hubo un convento  (pacto monacal de Santa María de Sotovellanos, 1044)


No es una afirmación banal, calificar a Sotovellanos de lugar de naturaleza viva.
Lo coqueto y bien cuidado de sus huertas, su vegetación silvestre y sus
arboledas de encinas, pinos y álamos entre otras especies, hacen de Sotovellanos un espacio excepcional y especial para el disfrute del campo. Lugar tranquilo, limpio y límpido, con gente excelente. A 6 kilómetros de Herrera de Pisuerga, por donde, ya dentro de poco pasará, la Autovía Cantabria - Meseta Norte, es algo distinto para conocer.
Ahora en primavera está exuberante.
Solo te pedimos que respetes su tranquilidad, el lugar y la naturaleza pues aquí las infraestructuras turísticas son inexistentes ... y a disfrutar.


 

El adobe forma parte de la arquitectura rural de la comarca.
Sotovellanos es un ejemplo de arquitectura popular en adobe, muy bien conservada en general y bien cuidada y valorada.

 

 

           

 

 

Esta casa, enlucida en el exterior en su día, vuelve a mostrar hoy el adobe original de sus paredes.

 

       

 

 

La tapia que cierra el recinto, la casa grande, la caseta, hacen intuir el espacio
íntimo y a la vez compartido de los dominios privados de los habitantes.


Dos pilones con lavadero. El que está camino de la iglesia:

 

  

 

Y el de los dos caños:

 

Y una alberca al pie de las huertas de la vaguada

 


La ermita

     

 


Rincones

¿Una chimenea en una acera?
Seguro que algún vecino de Sotovellanos podrá aclararnos este misterio. 

 

     

        

   

 

 

                 

 



Una buena gestión de los recursos naturales
permite que la saca de madera para usos domésticos
pueda ser igual o inferior a la producción
lo que favorece su adecuada conservación.
En la fotografía, pila de madera de encina, en Sotovellanos.

 


Sotovellanos, naturaleza viva

 

           

 

   Avellanos no podían faltar  ¿y colmenas?
 

 


Sotovellanos con monte, ya lo dice el relato La frontera de Royales.

La Frontera de Royales

Vamos a cantar señores,
La frontera de Royales,
Que la fundó Doña Elvira,
que tenía muchos caudales.

Primeramente Rezmondo,
Con sus religiosos frailes
Y la gloriosa Santa Ana,
Patrona de estos lugares.

Castrillo con su Pisuerga,
Y su huerta guapa y grande.
Zarzosa con su molino
Y sus lindos arrabales.

Hinojal que está metido,
Entre cuestas y entre valles.
Sotobellanos y Cuevas,
Cañizar con sus linares.

 

Sotresgudo y Quintanilla,
Barrio entre dos lugares,
Guadilla con su gran torre
Y sus bellos arrabales.

Tagarrosa y su palacio,
Santa María mi madre.
Valtierra con su gran soto
Lleno de fresnos y sauces.

Melgar con su gran Cabildo
De curas y capellanes.
San Llorente con su vega,
Y sus labradores grandes.

 

Ventosa con su gran Cristo,
De los buenos temporales.
De Naveros pasé a Olmos
Y en estar quise quedarles.

Bejá por el río abajo,
A San Pedro de Royales,
A comer con el casero,
Con curas y capellanes.

Aquí termina, Señores,
La Frontera de Royales,
Con el glorioso San Pedro
Que es el amo de las llaves.

 


El potro, en esta comarca, era un elemento esencial en los pueblos.
Se usaba para el herrado de los animales de trabajo, vacas y bueyes, o para otras operaciones de "mantenimiento" o curativas a realizar con ellos.

Después se usaron para curar animales de producción de leche, carne o mixtas, para su sujeción en cura de pezuñas, etc.

Cuando dejaron de usarse se fueron degradando poco a poco y hay ya muchos destartalados o que incluso han desaparecido.

Invitamos a Sotovellanos y a otros pueblos a restaurarlos y protegerlos.
Es barato y mantiene parte de la memoria de otros tiempos.

  


La Iglesia

    

     

     


Despedida

 

A 15 km. de Sandoval

 

© Fotos tomadas el 30 de abril de 2006


 

 

DSCN3538.JPG (299875 bytes)         DSCN3540.JPG (377778 bytes)

DSCN3541.JPG (377365 bytes)

Dicho humorístico de Sotovellanos

Yo soy la arveja de donde sale el coco.

Vienen los ronchines y nos comen poco a poco.

o, en otra forma:

Tú eres la arveja donde se hace el coco,

vienen los ronchines y nos comen poquito a poco.
 


Arveja (la algarroba, el guisante), en alusión a los de Sotovellanos.

Ronchín, así se conoce familiarmente a los de Cañizar de Amaya.

Nos comen poco a poco es una alegoría a la, supuesta, costumbre de los ronchines de mover a su favor los mojones que delimitan los términos de ambos pueblos.

Información de Mauro. Mayo de 2013.


 

Inocencio López Santamaría, natural de Sotovellanos, fue prelado de Bom Jesus do Piauí y obispo titular de Trebenna (ambos en Brasil)
Nació el 28 de diciembre de 1874 en Sotovellanos (Burgos, España) y falleció en en 1958 en Piauí (Brasil).
En 1918 la Orden mercedaria era gobernada por el Revmo. P. Inocencio López Santamaría en calidad de Vicario General; residía en Roma.

Semblanza




 

 
José Herculano de Negreiros
    
   

Rafael, sou um sacerdote brasileiro, nascido em São Raimundo Nonato, Piauí;  atualmente moro em São Paulo. Quando de menino, conheci Mons. Inocêncio López Santamaría, que inclusive me ministrou classes antes de eu ir para o Seminário. Mais tarde me tornei religioso mercedário e estudei na Espanha. Tive a alegria de ter estado algumas vezes em Sotovellanos.

Em março deste ano, completaram-se 50 anos da morte de Mons. Inocêncio, cujo acontecimento foi comemorado, no Piauí, com celebrações especiais, em virtude do povo tê-lo ali como santo.

Por este motivo, preparei o último número da revista MERCÊ (publicação trimestral da Província Mercedária do Brasil) com uma matéria especial sobre Mons. Inocêncio. Tenho a alegria de estar enviando pra você este número especial. Inclusive foi para mim uma surpresa agradável ter descoberto o seu site na internet e nele algumas referências feitas por você a Mons. Inocêncio e seu povo Sotovellanos. Utilizei algumas das suas fotos sobre o Povoado e mesmo alguma informação para enriquecer minha matéria.

Agora estou acabando de escrever um “libelo” que deverá ser enviado a Roma, como também ao Bispo de São Raimundo Nonato - Piauí, em vistas a se iniciar o processo de Beatificação de Mons. Inocêncio.

Espero que goste do material que lhe estou enviando e inclusive o divulgue, em espanhol, a todos os amigos que visitem o seu site. Por outro lado, gostaria de contactar mais com você que certamente poderá até estar me ajudando com algumas informações e mais ilustrações sobre Mons. Inocêncio para a biografia dele que quero lançar até o final deste ano.

 

 

Pe. José Herculano de Negreiros

Pároco em Ibaté-SP

 

                    
 3 de abril de 2007             


Transcripción al español:

Rafael, soy un sacerdote brasileño, nacido en São Raimundo Nonato, Piauí;  actualmente vivo en São Paulo. Cuando era pequeño conocí a Monseñor Inocencio López Santamaría, que incluso me impartió clases antes de ir yo al seminario. Más tarde me hice religioso mercedario y estudié en España. Tuve el placer de haber estado algunas veces en Sotovellanos.
      En marzo de este año hizo 50 años de la muerte de Monseñor Inocencio, cuyo aniversario fue conmemorado en Piauí, con actos especiales, pues el pueblo lo tiene allí como santo.
      Por este motivo preparé el último número de la revista MERCÊ (publicación trimestral de la Provincia Mercedaria de Brasil) con un asunto especial sobre Mons. Inocencio. Tengo el placer de enviarle este número especial. Incluso fue para mi una sorpresa agradable descubrir su sitio en Internet y en él algunas referencias hechas por usted sobre Mons. Inocencio y su pueblo, Sotovellanos. Utilicé algunas sus fotos sobre el lugar e incluso alguna información para enriquecer mi materia.
      Ahora estoy acabando de escribir un "libelo" que deberá ser enviado a Roma, así como al Obispo de São Raimundo Nonato - Piauí, con vista a la iniciación del proceso de Beatificación de Mons. Inocencio.
      Espero que le guste el material que le envío y que incluso lo divulgue, en español, para todos los amigos que visiten el sitio de Sandoval de la Reina. Por otro lado, me gustaría contactar más con usted que sin duda me podrá ayudar con algunas informaciones y más ilustraciones sobre Mons. Inocencio, para su biografía que quiero publicar también a finales de este año.
 

 

Pe. José Herculano de Negreiros

Párroco de Ibaté - São Paulo                   

 

Revista MERCÊ - Nº 13 / Marzo de 2008
Publicación de la Familia Mercedaria de Brasil

Edición especial dedicada a Don Inocencio López Santamaría

Transcripción al español de algunos contenidos de la revista sobre D. Inocencio.

EDITORIAL

Con motivo de los 50 años del fallecimiento de Don Inocencio López el próximo día 9 de marzo, el pueblo de San Raimundo Piauí, donde Inocencio vivió 28 años, quiere celebrar su memoria y su gran perfil de hombre de Dios y de la Iglesia. A pesar de ser Brasil una nación arraigadamente católica, no ha resaltado a las virtuosas figuras de su Iglesia. Tal vez por eso se ha prestado poca atención a la dimensión histórica del papel religioso misionero de Don Inocencio. Existe una deuda en relación a la figura de este hombre. Él enriquece la historia de la Orden Mercedaria, de España, del Piauí, de la acción misionera de la Iglesia en Brasil.

Fue el alma del pueblo de la región agreste piauense y continúa vivo en su memoria. Hombre de amplia visión, de valor y determinación para enfrentar los obstáculos, siempre que sentía que era voluntad de Dios o necesidad de alguien. Vivió de manera extremadamente sencilla, pero al mismo tiempo fascinante y encantadora.

La revista MERCÊ aborda con relieve la figura de este hombre de Dios. Y quiere hablar un poco de como fue la trayectoria de Don Inocencio hasta su fallecimiento en 1958. Así usted, lector, al recorrer las páginas de este número de MERCÊ vivirá con certeza al lado del misterio de su persona, cuya vida iluminó la caminata de la Iglesia en la región piauense, en aquel momento.

Por otro lado, se trataran otros temas ...

Fr. José Herculano, O de M.
Director de Redacción
 


ESPECIAL

"TU NOS PASCE NOS TUERE"
Tu nos apacientas y nos gobiernas.

D. Inocencio López Santamaría, Obispo de la Prelacía de Buen Jesús /  1931 - 1958

Del chaval más pobre de su pueblo al prodigioso estudiante mercedario.

El próximo 9 de marzo el pueblo católico de Piauí estará conmemorado los  50 años de la muerte de una figura religiosa que el pueblo aclama como santo: Don Inocencio López Santamaría. Pasado medio siglo de su muerte,
su figura continúa impregnando de fe y esperanza la sensibilidad religiosa de aquel pueblo, que le atribuía buena parte -la mejor parte- de su conciencia moral, social y religiosa. Durante tres décadas, en aquel terruño él irradió la luz de la fe y del progreso.

Inocencio nació en Sotovellanos, un pequeño y desconocido pueblo de la provincia castellana de Burgos, España.

Fue uno de los cinco hijos de la casa más pobre del lugar. Sus cuatro hermanos fueron víctimas de la mortalidad infantil. A los 16 años, atraído por el trabajo vocacional de los mercedarios que se esforzaban por restaurar su Orden en España, Inocencio se hizo mercedario. En una trayectoria rápida y luminosa recorrió los caminos académicos y de gobierno en su Provincia Religiosa. Apenas recién cumplidos 23 años de edad, recién ordenado sacerdote, fue nombrado preceptor de novicios, cargo entonces reservado a los sabios y prudentes religiosos de una Orden o Congregación. Fue designado sucesivamente para los cargos de Comendador de los Conventos de Sarriá y de Poyo, en Galicia; Consejero y Vicario en Madrid; Vicario de la Provincia Mercedaria de Castilla. Después, la Santa Sede lo nombró Vicario General de la Orden Mercedaria. Cinco años más tarde fue elegido Maestre General de toda la Orden en el primer capítulo electivo celebrado en 85 años, en el largo proceso de restauración religiosa en Europa.

De espíritu impresionantemente vivaz, creativo y diligente en tratamiento de cualquier problema, Inocencio era, por otra parte, un hombre tranquilo y de profunda serenidad en el hacer y en el hablar. Un hombre sin angustias, sin ansiedades, capaz de neutralizar los efectos de cualquier revés y tranquilizar los ánimos más exaltados, a penas con su presencia irradiante de candidez, de paciencia y de comprensión.



Inocencio, siendo Maestre General,
visitando el Convento de las Mercedarias
de Bérriz (España). 1921.



En Sotovellanos, el 26 de octubre de 1930.
Don Inocencio, recién nombrado prelado del Piauí
visita su pueblo y hace un discurso para las
autoridades y para sus vecinos.

En Sotovellanos, junto a su anciana madre y
paisanos.

 

El religioso y el padre, el ministro general de la Orden

Como General de la Orden Mercedaria recogió las muestras de júbilo y de cariño de varios sectores de la Iglesia, especialmente de los relacionados con la Orden. Fue distinguido por una consideración personal, por los Papas Benedicto XV y, más tarde, Pío XI, quien, en 1930, lo nombró obispo de una inmensa región del Piauí, la segunda jurisdicción eclesiástica disgregada de una única diócesis que comprendía entonces todo el Estado y que había sido creada por su antecesor y confiada a la Orden Mercedaria.

Hoy Piauí solo forma el Regional Nordeste 4 de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, con siete diócesis. Un siglo atrás no era así. Apenas existía la provincia eclesiástica de Piauí con sede en Teresina. En 1914 el obispo de Piauí, D. Otaviano Pereira sintió la necesidad de crear una Prelacía en el sur del Estado para atender mejor su vasto territorio, mayor en extensión que el Estado de Sâo Paulo (251.311,5 km2).

La Santa Sede, a través de D. Otaviano tuvo noticias de las dificultades para encontrar religioso que administraran la Prelacía. En aquel momento el Maestre General de la orden de las Mercedes, estaba en Roma, el Padre Inocencio, eximio latinista y amigo del entonces Papa Benedicto XV. Éste en mayo de 1921 aquella misión a los cuidados de la Orden Mercedaria. El Padre Inocencio, que ya estaba decidido a fundar una misión en Asia o en África en nombre de la Orden, aceptó la Prelacía de Piauí y presentó como primer prelado a D. Pedro Pascual, que permaneció allí cuatro años, desde junio de 1922 hasta mayo de 1926, cuando falleció en España. En noviembre de aquel mismo año la Santa Sede nombró para sucederlo a D. Ramón Harrison, chileno, que tomó posesión un año después y permaneció en el cargo solo 22 días, cuando fue atacado por una grave enfermedad y regresó a su país. En agosto de 1930, D. Inocencio fue nombrado tercer obispo de aquella Prelacía.

El sudeste de Piauí vivía todavía entonces sumergido en un total atraso. A pesar de considerarse como una región del nordeste, su vegetación es predominantemente del dominio fitogeográfico del Cerrado y en parte del dominio fitogeográfico de Caatinga. El clima es tropical cálido. El área más al sur (actualmente diócesis de Bom Jesus) está regada por algunos ríos de curso permanente. Sus tierras son, generalmente, fértiles y de bellísimos paisajes.


El obispo misionero en la región piauense

Fue en esta región, casi tan grande como Portugal (89.866 km2), sumida en la más total y absoluta pobreza y abandono en la que Don Inocencio acumuló un profundo e inmenso conocimiento del sentimiento del hombre
del nordeste y su amor inagotable por lo pobres de la enorme Prelacía, donde, durante 28 años habría de consumir, en la dedicación y en la oración, el resto de su vida.

Sistemático, organizado y puntual, no era, sin embargo, esclavo de la rutina. Su pequeña y humilde sala de trabajo en una casa de planta baja, de las más modestas de la ciudad, donde vivía, estaba junto a la entrada. Al llamar a la puerta, él mismo la abría decenas de veces al día. Generalmente eran pobres que se acercaban para pedir una bendición. Las limosnas y bendiciones las acompañaba D. Inocencio siempre de un pequeño diálogo, de su continua y atrayente sonrisa, de las caricias de sus manos blancas llenas de ternura.

En la ciudad todos le amaban y veneraban. Sentían como una especie de orgullo por su persona. En toda la casa ya le tenían por santo y parecía imposible pensar lo contrario. A los niños se les enseñaba en casa que
ser santo "era ser así, como D. Inocencio". Todos se acercaban a él como a un padre, un amigo. Y él acogía siempre paciente, comprensivo. La ciudad jamás olvidará aquel bulto blancucho, atravesando tranquilo
varias veces al día y rodeado de niños aquella plaza de la matriz de San Raimundo nonato.

De pluma ágil y expresiva, pasaba horas escribiendo cartas para religiosos y religiosas, obispos, autoridades civiles, gobernantes, redactando cartes pastorales y directorios religiosos, o arrodillado durante larguísimas horas de meditación delante del altar, o delante de una cruz que presidía su escritorio. Pero no regateaba en gastar buena parte de su tiempo contando historias o haciendo bellísimas y pedagógicas catequesis, para todo y cualquier grupo de chavales de la calle que llamasen a su puerta para besarle el anillo y pedirle un "santiño".

 

Un hombre de oración

Poseía un corazón lleno de Dios y lo irradiaba en todo lo que hacía. En sus gestos moderados, en la suavidad de las palabras, en su semblante sereno, en la sonrisa límpia, en el éxtasis de la oración, en todo emitía lo sobrenatural.

No cedía en cuanto al largo horario cotidiano de oraciones. En 28 años, sin falta, más que la impuesta por viajes o enfermedades, despertaba a las cinco de la mañana. Rezaba con religiosos las oraciones del Oficio Divino y celebraba para las religiosas la Eucaristía. Las horas canónicas, la visita al Santísimo Sacramento y el ejercicio vespertino del rosario eran celebrados tan invariablemente, como el rito diario del nacer y ponerse el sol.

 

 

Funda un seminario y una congregación religiosa

Desde el principio de su gobierno en la Prelacía estimuló para enfocarse hacia el sacerdocio a un buen número de rapaces de la ciudad. Compartía con otros padres el programa de aulas y de formación de los jóvenes seminaristas. Los resultados fueron los esperados. Varios sacerdotes nativos pasaron a formar la bella corona de su propio sacerdocio. Fundó allí, en 1938, con una religiosa argentina, Lucía Etchepare, una Congregación religiosa femenina, para el servicio de misiones de su Prelacía. El Espíritu Santo la hizo crecer y hoy esta Congregación se extiende por varios Estados de Brasil y del exterior, aumentando la ramificación de la Familia Mercedaria y prestando un gran servicio a la Iglesia.

 

Los desafíos para llegar a los más lejanos

Penetrando por matas y bosques espinosos, exponiéndose al calor despiadado, recorrió varias veces a caballo, durante sus 28 años de obispado, las extenuantes distancias de 400 leguas (2.400 km) de su Prelacía. Estos viajes son los que minaron su salud de hierro con una prostatitis que le llevaron varias veces en los últimos años de su vida a las mesas de operación y a la muerte a los 83 años de edad. Pero estos viajes fueron también responsables de su compromiso con la causa de los pobres y su extraordinaria identificación con la cultura de aquella gente.

 

Preocupación con los pobres y lucha por la prosperidad social

Don Inocencio sufría con los horrores del hambre y de la inhumana situación de pobreza de la población, con la alarmante miseria mantenida por las estructuras sociopolíticas del País, y especialmente de aquella Región. Pero no se intimidaba, ni se encerraba en esquemas conformistas. La lucha por la supervivencia de aquella gente era señal de esperanza de que era posible mejorar de vida. Él escuchaba, preguntaba, discernía y asumía compartir con el pueblo. Repasaba su convicción de que Dios quería lo mejor para aquel pueblo y apostaba por buscar salidas. De extraordinario sentido práctico, se lanzaba a la lucha. Instaba cerca de las autoridades federales, estatales y locales la apertura de carreteras, perforación de pozos y construcción de embalses; y con sus parcas economías y limosnas que le enviaban desde España, promovía la creación de escuelas y la preparación del personal para la tarea de la educación de la juventud.

 

El Santo. Sus 28 años de trabajo, su enfermedad y su muerte

En 1955, al celebrar 25 años de episcopado, Pío XII le escribe diciendo: "En este acontecimiento se nos brinda la ocasión de demostrar públicamente nuestra benevolencia para contigo, Venerable hermano, más aún cuando sabemos que, a pesar de tu avanzada edad, continúas incansable trabajando. Nos nos congratulamos contigo, de todo corazón por haber portado el bastón episcopal tanto tiempo y tal útilmente".

En la misma ocasión también el gobierno español le concedió la encomienda de la Orden de Isabel la Católica, que le fue impuesta por el Cónsul de España en Salvador de Bahía.

A estas alturas, Don Inocencio estaba apenas a tres años del final de su carrera y de su vida. En su Prelacía y por todas partes crecía la veneración y el amor por él y por su obra. A finales d 1957, su salud quedó gravemente comprometida. Llevado a Salvador, allí fue internado en el Hospital Español.

En sus últimos días manifestó el deseo de morir "entre el pueblo". Ya no hubo tiempo. El día 9 de marzo de 1958 falleció entre obispos, sacerdotes y religiosos y religiosas. Su cuerpo embalsamado fue velado en la Catedral Basílica de Salvador, con misa de cuerpo presente, oficiada por Su Eminencia el Cardenal da Silva, presentes el Gobernador Balbino y otras autoridades; siendo conducido después en avión al Piauí, siendo velado aún en las catedrales de Juazeiro, Petronila y en la ciudad de Remanso. Desde allí fue conducido con inmenso acompañamiento, 96 km por camino carretero hasta San Raimundo Nonato (Piauí), donde le aguardaba una inmensa multitud. Fue sepultado allí, en el corazón de la Catedral el día 14 de aquel año.

Don Inocencio reunió en una sola pieza al gran religioso, el obispo, el profesor, el padre, el amigo, el maestro, el fundador, el promotor social y, con todo, el santo.

En 1944, catorce años antes de su muerte, un periódico de Fortaleza lo presentaba a sus lectores con estas palabras: "Tengo a la vista a una de las mayores figuras del episcopado brasileño, que, a la par de una existencia llena de virtudes, las más ..., y en sus días, un ejemplo de capacidad y de fortaleza en todo lo que toca de cerca el esplendor de la Iglesia ... Su Excelencia ha llevado una vida de austeridad que edifica al más extraño observador. Un ejemplo de desprendimiento, dedicación, sacrificio y amor a las almas... Los periódicos no hablan de él, las radios no tienen noción de su existencia. Vive escondido... contando dificultades de las que pocos lectores podrían hacerse idea... Nosotros solo tenemos que bendecir sus pasos por las respuesta que merecen todos los héroes ocultos en la penumbra de la modestia y que Dios se encargará de presentar un día revestidos con la túnica de la gloria eterna".
 



La Iglesia celebra su vida y su obra

Ahora, después de 50 años de su muerte, la devoción a su persona está muy viva y presente en la cultura religiosa del pueblo que pide su beatificación.

Nos alegra pensar que sean estos primeros pasos para exaltar su figura y para el reconocimiento público de las virtudes heroicas de este abnegado, humilde y ejemplar obispo misionero, que nació de una de las familias más humildes de su pueblo, pero que se volvió un gigante de la fe, de la que fue un verdadero y grandioso testigo.