La albarca y mis dientes, relato de Amonario Pérez
Amonario Pérez, habitual colaborador, nos contó algo que le pasó cuando era un niño pequeño.
Relato: Era normal que en Sandoval de la Reina hubiera centros de reuniones en algunas casas, donde se juntaba mucha gente a charlar y a jugar a las cartas. En aquella época una de esas casas, muy popular, era la de Amancio Bartolomé González (1911 - 2004). La cuadra de su casa era el «salón de sesiones»; en este local todos los días en invierno se juntaban los jóvenes del pueblo. Mientras la gente dialogaba, mi padre trabajaba la madera. Consiguió hacer dos carros para la labranza, uno grande y otro pequeño; qué recuerdos.
Pues bien, a la entrada, dentro, había una banca. Mi hermano Eufrasio me traía al volanchín y me dejó en la banca. No debía estar muy buena la banca, porque se venció hacia delante y me caí de bruces sobre una albarca, de esas que acaban en punta, que había allí. Me entró la punta de la albarca por debajo del maxilar y dicen que se me veían los dientes por la herida.
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La casa de Amancio la compró Emiliano Pérez González y cuando repartieron su herencia los hijos, le tocó a Amonario que, más adelante (1970), la tiró e hizo una casa nueva.