Casa tradicional de adobe en la plaza de las viudas
La arquitectura popular tradicional forma parte del arte popular de un pueblo.
Esta casa de Sandoval de la Reina hacía décadas que no se habitaba, por lo que estaba a salvo reformas que la hubieran desvirtuado con cualquier modernidad.
La casa de las imágenes es una imagen fija de otros tiempos, aunque con limitaciones, porque estaba vacía de mobiliario y la zona de cuadra (o tinada) y pajar de encima de ella habían desaparecido. El paso del tiempo había hecho que no estuviera en orden, como cualquier casa deshabitada. Por lo demás, se conservaba en buenas condiciones y suficiente para hacernos una idea de cómo era el conjunto.
Esta casa, en la que vivió un cartero, se compró en 2022 con el fin de derribarla para construir una nueva vivienda.
Se pidió a los nuevos dueños, y accedieron, el poder hacer este reportaje fotográfico.
La casa se derribó en octubre de ese año.
Esto es una revisión informal de ciertos aspectos de aquellas casas. En la descripción se han usado algunas palabras de El Habla de Sandoval de la Reina.
Las imágenes se tomaron el 20 de agosto de 2022 (al pie de esta página hay imágenes del exterior tomadas los días 22 y 26 de febrero de 2022).
Por fuera, en las fotos, vemos que todos los paramentos son de adobe, algunos encalados.
Una tapia o muro de adobe separa el huerto de la calle (la Calleja). En una parte de ese muro se ven tres vanos en dos pisos, aunque está a cielo abierto, lo que indica que, sin duda, aquí estuvieron el pajar y la cuadra en la parte contigua a la vivienda. Esto se ve mejor por el interior, donde quedan a la vista los mechinales donde se apoyarían las vigas del piso superior. Los tres vanos son la puerta, una ventana en el piso de abajo y arriba el bocarón por donde se metía la paja al pajar.
Tanto la puerta que da a la casa como la de la desaparecida cuadra tienen albañal o botijera (gatera). Ambas puertas son de listones de madera. La puerta de la casa no tiene postigo; sí lo tienen algunas otras casas tradicionales de Sandoval.
Tener un huerto interior es un clásico en la arquitectura tradicional de este pueblo. Lo hay en muchas casas. El de esta casa no es muy grande. El muro que le separa de la calle le da una doble protección, pues hace de abrigaño contra las inclemencias del tiempo, ya que en estos lugares el viento frío, incluso helador, y la ventisca son a veces fuertes. Además, evita la intrusiones de animales que pueden arruinar la hortaliza y de personas no deseadas. En fin, el muro proporciona intimidad. En casi todos los huertos de Sandoval existía un pozo que proporcionaba el agua que necesitaba la casa. Hay que tener en cuenta que hasta 1974 no se hizo la traída y distribución del agua corriente. Seguramente compartiera el pozo con el huerto de al lado, que se ha unido ahora a este para hacer la futura vivienda, por lo que se aprecia en una de las fotos; no es algo excepcional, seguramente producto de división de antiguas casas consecuencia de herencias, pues se ha visto también en otra vivienda; ese pozo está cegado para evitar accidentes. Tampoco se había hecho el saneamiento, por lo que no había aseos. Se usaban palancanas, orinales y la cuadra.
La casa da a la Calleja (Travesía Real) y a la plaza llamada informalmente de la fuente redonda o de las viudas. La fachada principal da al este y la otra al norte. Tiene tres ventanas en el piso inferior y una en el superior, así como un ventanuco que comunica al interior con el granero o desván. Dos de las ventanas son pequeñas y las otras medianas. Con ello se evitaba la pérdida de calor en invierno y de frescura en verano. Además, están protegidas por barras de hierro para evitar intrusos no deseados. Estamos hablando de tiempos en los que la iluminación pública de las calles primero no existía y luego, muchos años, fue muy débil (bombillas de pocos vatios).
Del exterior dos detalles más. El tejado de teja árabe se prolonga con un buen alar que tiene unos canes de madera, algunos de ellos algo labrados. En la pared del este un desprendimiento parcial deja a la vista el chupón o tiro de la chimenea de la cocina, ennegrecido por el uso. Se puede apreciar que, para limpiarlo, se tapaba con una capa de cemento que se podía retirar y volver a poner con facilidad.
El cargadero de la puerta de entrada (dintel) solo se ve desde el interior y es de madera; no se aprecian huecos para colocar un tranco o trenca interior.
Ya en el interior, vemos que tenía esta distribución: en el piso de abajo un sencillo zaguán, una cocina, un pequeño comedor o cuarto de estar y un dispensa, cada uno con su ventana; en el piso superior solo hay un dormitorio, con su ventana también. Al lado del dormitorio hay un espacio con una escalera que sube al desván.
Ya no quedan más muebles que un somier de alambre encima de un armazón de cama de madera y dos sillas de madera en el huerto. El sistema eléctrico debía ser muy básico y aun se pueden ver un casquillo de bombilla, el cable que lo soporta y dos interruptores de la luz bastante antiguos. En distintos lugares se ven algunos clavos en las vigas y paredes que servían para colgar enseres.
En el piso inferior, el suelo del cuarto de estar es de terrazo, los demás se ven de tierra compacta, aunque no sabemos si alguna vez se quitaron baldosas, si las hubo. Las paredes son de adobe blanqueadas, decoradas con papel pintado en el caso del cuarto de estar. Los techos son de vigas sobre las que se apoyan tablas, que también están blanqueadas. El comedor está elevado respecto al zaguán, altura salvada por un banzo o escalón. La ventana del comedor tiene cuartillos. En el zaguán, que hace también de distribuidor, vemos, a ras de suelo, el hueco o atizadero de la estufa o gloria, aún con maderas listas para prender, que calentaba la sala de estar y, en esta sala, en la pared norte, la manivela de la charpa que controlaba el tiro de la estufa (entrada del aire), por donde pasa la segunda chimenea de la casa. La cocina, que carece de cualquier equipamiento en el momento del reportaje (ni hornera, ni hornicha, ni trébede, etc.), es de mayores dimensiones que el comedor y estancia en la que, seguramente, se hacía normalmente la vida. Hay una tercera estancia, la dispensa, en la que este día se puede ver una antigua Mobylette destartalada; aquí se guardaban los alimentos que requerían conservarse frescos, la fresquera, los quesos hechos en casa mientras maduraban, algunas piezas de la matanza y los alimentos conservados en aceite; es una estancia muy pequeña y tenía un ventanuco que miraba al norte para favorecer el mantenimiento frío del sitio. El techo de la dispensa está ahumado, por lo que parece que aquí se ahumaba (quesos, productos de la matanza) y, tal vez, se cocinaba.
A la primera planta se accede por una escalera de madera de nueve banzos. A su lado, hay un coloño desarmado.
En la primera planta hay una sola estancia, el único dormitorio actual, con ventana y el somier citado. En este momento, le falta la pared del norte, que se habrá esmoronado, quedando a la vista el huerto. Las paredes están alisadas y lucidas de blanco. El techo es de listones de madera.
Hay otra escalera que sube al granero; este ocupa un amplio espacio, comparativamente con otras estancias, y servía para guardar el grano y como trastero. Tiene también su bocarón. Una de sus paredes está restaurada con ladrillo. El techo está ennegrecido. El machón está apeado con dos maderos que se apoyan sobre una segunda viga longitudinal colocada a un nivel inferior. Sobre las vigas, viguetas y correas de la techumbre descansan zarzos vistos que sirven de cama para la colocación de tablas y tejas.
Ya que hay un derrumbe y falta construcción, no sabemos si tenía hornera. Tampoco si parte del huerto se pudo usar como moradal para echar estiércol y cernada.
En una de las fotos tomadas desde el huerto, se puede ver el notable espesor de la pared exterior, lo que confería a la vivienda un aislamiento térmico excelente.
En fin, era una casa sencilla y funcional para una vida rural sobria y tradicional de aquellos tiempos.
Imágenes de los días 22 y 26 de febrero de 2022