Sandoval de la Reina y sus fundadores. La familia de los Sandovales.
Capítulo XIII: La desamortización
... anteriorCapítulo XIII Por decreto del 19 de septiembre del año 1798, en el reinado del rey Carlos IV, se mandó enajenar todos los bienes raíces correspondientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia y reclusión, cofradías, memorias, obras pías y patronatos de legos.(1) El año 1836, el gobierno de Mendizábal obligó a los monjes a salir de sus monasterios, expropiándoselos y vendiendo los que encontraron comprador. Parte de las bibliotecas de algunos monasterios como el de Aguilar de Campoo y otros terminaron en las glorietas de los vecinos [de las localidades] de dichos monasterios, y en la del monasterio de Aguilar podía estar escrita la historia antigua de Sandoval llevada allí por los monjes del monasterio de Sandoval cuando se trasladaron a él. Otras obras de arte fueron robadas o vendidas malamente. Algunos monjes se fueron de España, otros se quedaron en los pueblos ejerciendo de curas y otros se vieron en la obligación de pedir limosna para subsistir, como algunos del monasterio de Rezmondo. El año 1837, el gobierno de turno suprime los diezmos que pagaban los labradores y ganaderos para el mantenimiento del culto y clero de lo que parte les correspondía al rey y al concejo de cada pueblo. Al suprimir los diezmos, el Arzobispado y Cabildo de Burgos, los curas beneficiados de los pueblos, las fábricas de las iglesias y los concejos, unos más que otros, se quedan sin unos ingresos que habían disfrutado durante siglos. El año 1855, el gobierno de Pascual Madoz presentó la ley de desamortización de los bienes civiles y eclesiásticos, con lo cual se vendieron las propiedades rústicas y urbanas que tenían en Sandoval las monjas Calatravas, las cofradías, la fábrica de la iglesia. A esta la dejaron la propia iglesia, la casa rectoral y las ermitas de Castrorrubio y San Roque. Vendieron la [ermita] de San Juan y su piedra fue a parar al Puente de la Carretera, juntamente con la piedra del monasterio de Villamayor de Treviño. También les vendieron las tierras de Sandoval y de los otros pueblos a los curas del cabildo, y unas que pertenecían a una obra cultural de la escuela. Al concejo de Sandoval le vendieron casi todas las tierras comunales y las casas, entre ellas la casa mesón, del cirujano y demás que habían edificado unos sesenta años antes. El concejo y vecinos de Sandoval de la Reina solicitaron al gobierno que no les vendiera las tierras que tenían para pastos de los animales, porque si se las vendía no tendrían donde sacarles a pacer y tendrían que venderlos y solo con los cereales no se podían mantener, por lo que muchos vecinos tendrían que marchar del pueblo. Al final algo consiguen y, después de mandar peritos a comprobarlo, de unas setecientas fanegas que pretendían les dejasen, les venden 236 por 925 pesetas que compró un vecino llamado Gregorio Martínez y este, a su vez, vende algunas de ellas a otros vecinos. Las que pertenecían al censo que tenían los Melgosa, que en total hacían 367 fanegas, más dos viñas de siete obreros cada una, la casa de la fragua, la tercera parte de un molino de dos ruedas, otra casa en la calle Cantarranas y una bodega en Sorriba salieron a subasta en 141 560 reales pero un vecino de Burgos ofreció 400 000 reales, con lo cual se quedó con ello, pero no llego a formalizar la compra porque todo el lote siguió en manos de los Melgosa, ya como propias eximiendo al concejo de Sandoval de pagar las 250 fanegas de grano cada año. Por este lote el cura D. Braulio Muñoz llegó a ofrecer en la subasta 389 000 reales. La casa del mesón, cirujano y demás, que a los vecinos les costó su construcción 17 160 reales, salió a subasta en 14 000 reales. Como no la vendieron, la fueron rebajando de precio y al final se quedó con ella el mesonero que la ocupaba en 9 300 reales, cediendo la casa del cirujano a otro vecino en 3 000 reales. Las demás tierras del cabildo, cofradías y demás, unas las compraron algunos vecinos del pueblo y otras personas ajenas al pueblo. A raíz de estas ventas el pueblo cambió, empezando por el concejo que perdió los ingresos que sacaba por las tierras y fincas urbanas comunales. También los curas que, al venderles las tierras del cabildo y además quitarles el dinero prestado, solo se quedaron con lo que cobraban a los feligreses de las misas, bodas, bautizos y funerales por los difuntos. Con lo que, al morir un cura de los dos que quedaban, solo quedó uno y algún tiempo después el gobierno le pasa al mes 100 pesetas(2), que no le llegaban enteras porque parte se quedaba el encargado de hacer los pagos. La fábrica de la iglesia se queda sin bienes para su mantenimiento. El gobierno también le pasó algún tiempo, primero 1 000 y después 1 500 reales para el mantenimiento de sus edificios, que tampoco llegaban completos, ya que el pagador se quedaba con un tanto por ciento y, como no llegaba, el resto lo pagaban los feligreses en unos recargos que pusieron por sepulturas, misas funerales y demás. El gobierno prometió al concejo y vecinos, pagarles cada año el 80 % de los intereses que les correspondieran por el dinero sacado de sus propiedades comunales vendidas, pero solo se quedó en promesa ya que el pago nunca llegó, a pesar de que el concejo y vecinos lo reclamaron varias veces. Sin embargo, no todo fueron pérdidas, ya que a partir de estas ventas se nota una disminución de jornaleros, pero aumenta el número de labradores, aunque sea en precario, y aumenta el número de vecinos y habitantes hasta llegar, a primeros de 1900, a tener más de 500 habitantes, aunque todavía se morían muchos niños y algunos jóvenes solteros y casados.
NT-1: Para saber más sobre la desamortización:
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